TM8 2009 fue descubierto el jueves por astrónomos del Catalina Sky Survey de Arizona (EE.UU.). Desde el principio concluyeron que no iba a suponer ningún peligro para la seguridad planetaria, así que anunciaron el hallazgo en la página web de la NASA dedicada a estos asuntos sin darle más bombo. La noticia fue publicada en algunos medios especializados. Estaba claro que no ocurriría ninguna desgracia, así que aquellos que creen que el mundo se enfrentará a una hecatombe en 2012 podían estar tranquilos, porque, de momento, esta piedra no iba fastidiarles la profecía.
Explosión de 4 kilotonesEl momento de máximo acercamiento se produjo a las 3.44 GMT (5.44 hora peninsular), cuando la mayoría de los españoles dormía. Los cazadores de asteroides del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) en Pasadena, California, que se encuentran en constante vigilancia de las rocas espaciales que podrían plantear un riesgo de impacto contra la Tierra, le siguieron el rastro atentamente. Se trata del mismo equipo que la semana pasada redujo el riesgo de que otro asteroide, el famoso Apophis, abra un boquete en nuestra bola azul en 2036.
En comparación con Apophis, que es tan grande como dos campos de fútbol, TM8 2009 es muy pequeño. Mide siete metros de ancho. Pero no es una china en el zapato. Si hubiera impactado contra la Tierra y «tuviera la densidad media (de los asteroides), habría provocado una explosión de 4 kilotones en la atmósfera de la Tierra», ha explicado Don Yeomans, director de la Oficina del Programa de Objetos Próximos a la Tierra (NEO) en el JPL. No acabaría nosotros, pero podría causar daños localizados gravísimos. Su potencia destructora equivale a unas 4.000 toneladas de TNT. Es menos destructivo que la bomba atómica -la que cayó sobre Hiroshima tenía unos 15 kilotones-, pero podría provocar una buena escabechina.
Cada siete añosEl paso de TM8 2009 no es algo insólito, pero como los objetos de su tamaño son más difíciles de detectar, anuncios como éste llegan siempre en el último minuto. «Hay 7 millones de objetos en el espacio cercano a la Tierra, pero hemos descubierto sólo una pequeña fracción de ellos», ha explicado Yeomans, quien ha añadido que una roca de ese tamaño puede golpear nuestro planeta cada siete años.
Los científicos seguirán de cerca a TM8 2009 en los próximos días para afinar su camino en el espacio. Observaciones adicionales ayudarán a los astrónomos a precisar su órbita. Yeomans ha recordado que el seguimiento de estas rocas de menor tamaño también es vital. «Son la forma en la que dispara la Madre Naturaleza para que le prestemos atención».
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