en la región del Abruzzo, donde los muertos ascienden ya a casi 230
Réplicas similares al terremoto del lunes se sucedieron ayer
Los números del terremoto que la madrugada del lunes devastó parte de la región del Abruzzo, en el centro de Italia, seguían ayer sin detenerse: los fallecidos ascendían a última hora a 228. Un total de 150 personas fueron rescatadas con vida, pero la cifra de desaparecidos que se manejaba a primera hora se fue traduciendo sólo en víctimas mortales a medida que se encontraban cuerpos. Anoche el número de personas sin localizar crecía hasta el medio centenar.
Los heridos son 1.500, cien de ellos graves. Las autoridades anunciaron que la búsqueda de supervivientes seguirá 48 horas más, aunque los bomberos señalan que hay posibilidades de hallar a alguien con vida hasta 15 días después.
Lo peor es que tampoco se detuvieron las réplicas. Por la noche, las miles de familias que han perdido todo y dormían en el suelo de los campamentos volvieron a sentir de lleno cómo temblaba la tierra. Decenas de secuelas del seísmo se sucedieron durante el día. A la 1.00 horas se produjo una de 4,8 grados, y a las 11.30 hubo otro seísmo de 4,5 que agitó todo el campamento y se sintió también en algunas zonas de Roma. Pero el más fuerte llegó poco antes de las 20.00 horas, que con 5,3, sólo cinco décimas menos del que causó el desastre, provocó nuevos derrumbes en el centro histórico de L'Aquila, donde aún trabajaban los equipos de rescate. Se levantaron nubes de polvo y a última hora de ayer crecía el temor a nuevas víctimas. Llegó al menos la noticia de un muerto más por esta sacudida, pero no se descartaban más. Este nuevo temblor se sintió con nitidez en la capital italiana y en las regiones del centro de la península. Los expertos no cesaron de asegurar que se trata de réplicas normales de ajuste del terremoto del lunes, pero la aprensión es enorme, y no sólo en el Abruzzo. Las terribles imágenes del día anterior se agolpaban inmediatamente en el cerebro de millones de italianos.
Entre los supervivientes, en el millar de refugiados que ayer pasaron su primera noche en el campamento de acogida de L'Aquila, instalado en la pista de atletismo, o en sus coches, se repetía una frase: «No os olvidéis de nosotros». Saben, por otros terremotos italianos, cómo suele acabar la historia: la vida comienza en tiendas de campaña, que se mejoran con comodidades hasta que se pasa a la casa prefabricada y a partir de ahí el tiempo se detiene. Pueden pasar años, el dinero desaparece y los políticos se desentienden. «Sabiendo cómo es Italia qué vamos a esperar. Menos en el terremoto del Friuli (1976), que se hicieron bien las cosas, ya hemos visto cómo han acabado los demás», dice Giovanna Marotta, de 43 años, que ha dormido con su hermana y su madre de 80 años en su propia tienda de campaña. Jugándose el tipo, subió hasta el tercer piso de su casa a buscarla. Como muchos otros que entraron a coger ropa o las llaves del coche. Los Marotta también estaban con su gato, 'Ripley', bautizado así por la película de 'Alien'. No les dejaban llevarlo en los autobuses que salían para los hoteles de la costa. Fue una de las razones para quedarse. La otra, saber qué será de su casa, si podrán volver a ella y cuándo.
Miedo al futuro
Tras el pánico, el mayor temor de los miles de personas que se han quedado sin hogar es pensar en el futuro. El Gobierno lo sabe, pues la tradición ratifica implacablemente que las víctimas de terremotos acaban olvidadas. El primer ministro, Silvio Berlusconi, volvió ayer a la zona para visitar campamentos y prometer que «nadie será dejado solo». «No os preocupéis, la reconstrucción será rápida», aseguró en el campo de Bazzano, de 150 personas. También animó personalmente a todos a abandonar las tiendas y dirigirse a alguno de los hoteles reservados, aunque, como siempre, lo hizo con su peculiar estilo: «Id a la costa, es Semana Santa, tomad un descanso que pagamos nosotros. Estad tranquilos, nosotros mientras tanto hacemos el inventario de los daños», repitió. El Gobierno ha aprobado una primera partida de ayudas por valor de treinta millones de euros.
Los técnicos que deben evaluar, casa por casa, el estado de las viviendas comienzan hoy su trabajo. Son 1.500 y se calcula que tardarán una semana. Entonces decidirán quién puede regresar a su hogar y quién no. Ayer, de momento, se rebajaron las cifras de personas sin techo: los 70.000 que se calculaban el lunes se redujeron a entre 20.000 y 25.000, según los datos del Gobierno regional. Los campamentos y los hoteles de la costa adriática acogerán a la mayor parte. Durante la jornada de ayer la maquinaria de auxilio ya funcionó plenamente y se terminaron de instalar 20 campamentos para 14.500 personas. Los hoteles ofrecen 6.500 camas más. No obstante, la primera noche fue muy difícil para muchos. En numerosos casos sólo se acercaron a comer a los centros de atención, y volvieron a dormir a sus coches, junto a sus casas
Giampaolo Giuliani, técnico e investigador en el Laboratorio Nacional de Física de Gran Sasso, lo avisó. Un fuerte seísmo iba a sacudir la zona de L'Aquila en los próximos días. Nadie le hizo caso, pese a que las predicciones alertaban de fuertes movimientos, y además fue acusado de generar una alarma inncesaria. ¿Se podría haber evitado la tragedia de haberle hecho caso?
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