Se confirma que nuestro Sistema Solar es binario. Y que cada 3.600 años recibe el tránsito de una estrella ‘enana marrón’ (EM), de un tamaño algo menor que la mitad del Sol.
Atraviesa en órbita elíptica y perpendicular al resto de las órbitas de los planetas del Sistema Solar, cruzando el Cinturón de Kuiper y, posteriormente, el Cinturón de Asteroides (entre Marte y Júpiter), por lo que el arco (ciclo orbital de tránsito), desde la entrada hasta la salida de dicho cinturón (de asteroides) dura aproximadamente unos cuatro años, en eje sureste al noroeste del plano.
Durante esos cuatro años se producen alteraciones magnéticas, calentamiento global, deshielo de los polos, movimientos sísmicos, y otras alteraciones análogas a las que ya se han producido en Urano, Neptuno, y se están produciendo en Saturno y Júpiter.
Los anillos de Saturno se originaron en el pasado, precisamente, como consecuencia de una colisión cósmica de este origen. El mismo origen tienen Fobos y Deimos (lunas de Marte), producto del paso de esa EM por el cinturón de asteroides.
Este tránsito es cíclico, y sus efectos se miden en una escala de 9 al 1 (de mayor al menor índice de perturbación), en un escenario hipotético que se definirá dependiendo de la posición que la Tierra tenga respecto del sol, y de la EM durante dicho tránsito.
Las probabilidades de que el tránsito produzca fenómenos de extinción masiva son bastante remotas. No obstante, lo más posible serán desastres climatológicos intensos, explosiones solares fuertes, y el incremento en la recepción de rayos ultravioletas. Todo ello durante esos cuatro años, aunque sus efectos se llevan sintiendo desde hace dos décadas.
La preocupación de los expertos reside, no sólo en el ciclo de la EM en sí, sino en otro proceso cíclico, el que implica el final del período de oscilación del sistema solar sobre el eje central de la Vía Láctea, conocido como Traslación Galáctica, que se realiza/completa cada 26.000 años.
Simultáneamente a todo esto, se está produciendo otro proceso, el de Rotación Galáctica completa del sistema solar, que se realiza/completa cada 230 millones de años.
Cada proceso de Rotación Galáctica ve pasar cuatro tránsitos de la EM, mientras que un quinto coincide –a veces- con la alineación al centro de la galaxia (agujero negro supermasivo). No existen registro sobre cuáles serían las consecuencias de ese alineamiento.
Teóricamente, la alineación con el centro galáctico, unido al tránsito de la EM, es el origen de las glaciaciones, extinciones masivas, bombardeo de meteoritos, así como la acción de rayos gamma (radiación electromagnética formada por fotones) provenientes del centro galáctico, de los cuales estamos protegidos por la Nebulosa de polvo cósmico central.
El Sistema Solar forma parte del Brazo de Orión. Y los expertos de ESA y NASA han detectado masivas emisiones de rayos gamma en él, algo que se explica dentro del ciclo de Traslación Galáctica (de 26.000 años) que está a punto de suceder.
Estamos, pues, ante un proceso de cambios a niveles que exceden a la propia Tierra. Esos cambios se desarrollan en todo el Sistema Solar, como consecuencia de la entrada del mismo en una parcela de la galaxia altamente energética, en la que se pone en contacto receptivo directo con el centro galáctico.
Heliosfera: burbuja magnética creada por el viento solar que rodea y compenetra el Sistema Solar. En los límites de la esa burbuja nos encontramos con la ‘heliopausa’, donde se produce un choque entre el viento solar (corriente continua de partículas emitidas por el Sol), y el viento interestelar proveniente de la galaxia.
Voyager 2, la sonda de la NASA, habría llegado a la heliopausa (onda de choque de magnitud extraordinaria) en diciembre de 2004, y según el Instituto de Tecnología de California (Caltech), la sonda atravesó la heliopausa más cerca del sol de lo esperado.
Basándose en los datos de la Voyager 2, Alexey Dmitriev, geofísico de la Academia Rusa de Ciencias, estima que en la actualidad el tamaño de la onda de choque se ha multiplicado por diez en estos últimos 20 años, cuando se hicieron las primeras mediciones.
Esto hace suponer que estamos atravesando (el Sistema Solar) una zona (nube interestelar) de gran cantidad de partículas altamente energética que cruzan con mayor intensidad la heliopausa, también la heliosfera, llegando al Sol, incrementando su actividad. Consecuentemente, la alta actividad energética de esa nube interestelar incrementa la acción del Sol y, consecuentemente, varía el clima, la atmósfera y el magnetismo de todos los planetas del sistema solar. Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, son los planetas que más están recibiendo el impacto de la onda de choque.
Entendemos que, al margen de la acción de la nube interestelar, los cambios del sol son producto de la influencia de la EM.
Júpiter ha duplicado su campo magnético, y ha generado en estos últimos años una segunda mancha roja de dimensiones casi tan grandes como la Tierra. Los casquetes de hielo de Marte han sufrido un deshielo a un ritmo sin precedentes (Dr. Habibullo Abdussamatov, Jefe de Investigación Espacial del Observatorio Astronómico Pulkovo de San Petersburgo, 2007). Todo ello, consecuencia del incremento de energía que se está recibiendo.
Según Dmitriev, el estado excitado de nuestra heliosfera afecta a todos los organismos del Sistema Solar, desde el Sol hasta los procesos vitales del ser humano.
Nube de Oort: A casi un año luz del Sol, en los límites del Sistema Solar, compuesta por cometas y asteroides.
El equipo Starviewer ha desarrollado un modelo científico basado en los modelos previos propuestos por el Dr. John J. Matese y el Dr. John B. Murria, así como las observaciones realizadas por los Doctores Geoffrey W. Marcy y Ben R. Oppenheimer (que contribuyeron a descubrir la EM ‘Gliese 229B’, así como su conducta respecto a su estrella principal).
Este modelo explica las perturbaciones simultáneas de las fuerzas de gravedad existentes en los cometas de la Nube de Oort, así como el viento procedente de la galaxia, cuyo origen estaría en la presencia de una EM.
Cotejando el comportamiento de otros ‘objetos estelares M5’ (EM), con las características de los fenómenos reportados en la Nube de Oort, el equipo científico ha llegado a la conclusión de que lo que acontece en el Sistema Solar, incidiendo directamente sobre los cuerpos de la Nube de Oort, es una EM.
El conjunto de los cometas de la Nube de Oort es de conocimiento reciente, aunque una serie de estudios (Matese y Whitman, en 1992, y Wiegert y Tremaine, en 1999) nos demuestra que los cometas de Oort observados hasta hoy (aquellos que orbitan perpendicularmente con el Sol), están bajo la influencia de las fuerzas electromagnéticas que proceden de la marea cósmica exterior a Oort (y por tanto al Sistema Solar).
Concluimos diciendo que la fuerza de gravedad estelar (procedente de la EM) y las perturbaciones electromagnéticas de la zona de marea galáctica (procedentes de la Vía Láctea), influyen conjuntamente sobre dichos cometas. Aunque la primera casi duplica la influencia ejercida por la segunda.
El problema reside en que la influencia de la EM se incremente a medida que ésta se introduce en el interior de la Nube de Oort (estudios de Stern y Weissman, 2001; Levison, 2001).
Una de las consecuencias que en la actualidad se están produciendo –en nuestro planeta- como combinación de los diversos factores anteriormente expuestos, es la reversión geomagnética. Se trata de un fenómeno que sabemos es cíclico, que ya se ha producido con anterioridad. Y consiste en una rápida reducción de la fuerza del campo magnético del planeta, así como el desplazamiento de la región del polo norte magnético hacia la región del polo sur magnético, y viceversa. Una vez ese proceso se hubiera completado, las brújulas señalarían hacia la Antártica, en vez de cómo señalan en la actualidad, hacia el norte de Canadá.
Consecuencia de la reversión geomagnética la Tierra disminuirá su capacidad para desviar los rayos gamma. Se entiende que ello -sobre exposición a la radiación solar- conllevaría una serie de efectos inmediatos: caída de satélites, inutilidad del sistema GPS, y todas las consecuencias sociales provocadas por dichos fenómenos anómalos.
Dicho esto, no existe capacidad científica actual para predecir cuándo se podría producir la reversión geomagnética.
El proceso geomagnético terrestre se desarrolla en función de la dinámica interna del planeta, consistente en el movimiento de rotación (sobre su propio eje) y la dinámica del hierro fundido del núcleo. El movimiento de esa masa líquida instala un campo magnético global cuyos polos se sitúan en las regiones polares norte y sur. El campo magnético resultante (bipolar), similar a un imán, envuelve a nuestro planeta, pasa a través del núcleo hacia la corteza, y asciende al espacio convertido ya en la magnetosfera de la Tierra, una burbuja protectora que sirve de protección frente al azote de los vientos solares. De ese modo, la magnetosfera desvía las partículas cargadas del viento solar, sólo permitiendo su acceso a través de las cúspides de las regiones polares, donde las líneas del campo magnético quedan abiertas. De ahí las auroras.
La investigación reciente (publicada en Science, 26 de septiembre de 2008) parece indicar procesos mucho más complejos. Además de los polos norte y sur, hay un campo magnético más débil que se extiende alrededor de la Tierra, probablemente generado desde el núcleo exterior del planeta. Ese campo magnético más sensible sería crítico, determinante, para que se produzca una reversión geomagnética. Si el campo bipolar más fuerte reduce su fuerza hasta la de este segundo campo magnético, generalmente más débil y distribuido (no localizado en los dos polos), una reversión geomagnética es mucho más probable. Parece ser que, cuando el campo bipolar se ha debilitado por debajo de cierto umbral, el campo distribuido fuerza un cambio geomagnético.
(Estudio de Brad Singer, geo-cronólogo de la University of Wisconsin)
De momento (agosto 2009), sabemos que un posible cambio geomagnético es un proceso lento, pero que ya se está produciendo. Según los datos verificados con el NOAA, se ha producido ya un cambio de 19º en el eje de rotación (sobre su propio eje). Ese cambio comenzó a producirse a finales de marzo pasado.
Poco a poco se está logrando definir que las perturbaciones (incluyendo CMEs-Ionisfera-Magnetosfera) que están aconteciendo en todo el Sistema Solar, obedecen a un patrón de sistema solar binario.
Así mismo, un completo informe de la Aviación Internacional ya puso de relieve en 2006, el incremento de las tormentas geomagnéticas en las zonas ecuatoriales, como consecuencia de cambios anormales y súbitos en la Ionosfera.
El informe advierte de la rápida y súbita formación de tormentas geomagnéticas, que emanan de los límites de la placa tectónica de África. Consecuencia de esa anomalía, en junio de 2009 se producen dos importantes accidentes aéreos; el primero, un avión de Air France, cerca del límite occidental de la placa tectónica africana, cerca de Brasil; el segundo, avión de Yemen Airways, en el límite oriental de la placa tectónica africana, con destino a las Islas Comores.
Ambos eventos catastróficos deben ser observados en conjunto, como consecuencia de las alteraciones que se están produciendo en la Ionosfera (empobreciéndola, restándole densidad), con especial incidencia en la zona ecuatorial.
Aportando algo más de luz a este particular, en 2006, la Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI), incorporó en sus bases un protocolo aéreo general –con base científica en un estudio de la Agencia Espacial Europea (ESA) de 2005- relativo a las medidas a tomar ante las anomalías geomagnéticas en el Atlántico sur.
En dicho documento protocolario se informa que la zona geográfica en cuestión padece, a niveles de la ionosfera, ciertos ‘huecos’.
Paradójicamente, las conclusiones de la ESA no coinciden con las de la NASA, que insiste en afirmar que todas estas alteraciones son producidas por las emisiones de CO2, sin que los rayos cósmicos tengan relación con el fenómeno. A pesar de esas diferencias, NASA instaló en 2007 el SPT (Telescopio Polar Sur), con el fin de estudiar, precisamente, las emisiones de rayos cósmicos.
A todo ello debemos sumar nuevos informes: el del 4 de junio de 2009 emitido por CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear), que expone las mismas conclusiones del informe de ESA. Esto es: las capas intermedias y altas de la atmósfera están siendo objeto de emisiones ionizadas de rayos cósmicos que estarían alterando la composición de las nubes, así como extrañas tormentas magnéticas. Todo ello, a juicio del informe, obliga a una urgente revisión de las teorías sobre el calentamiento terrestre.
En conjunto, podemos decir, que las perturbaciones que se están produciendo en todo el Sistema Solar, se manifiestan en la Tierra de la siguiente manera:
Incremento de la radiación cósmica en la atmósfera. La protección de la ionosfera y la magnetosfera, empieza a no ser completa, por lo que tenemos riesgo serio de empezar a sufrir irradiaciones de rayos cósmicos, debido precisamente al nivel de stress constante de ésta. (No puede filtrar todos los rayos cósmicos). Una de las consecuencias de esto, es incremento de sensación de presión en la cabeza, malestar general, náuseas, vómitos, febrícula, cansancio, apatía, síntomas muy parecidos a los de la famosa gripe porcina y que corresponden a intoxicación radioactiva leve.
Se produce una disminución de la Capa de Ozono, que está más perjudicada en las zonas del sur del globo, justo donde mayor stress recibe la magnetosfera, así con un adelgazamiento de la Ionosfera hasta niveles críticos en las zonas ecuatoriales.
Estamos entrando (todo el Sistema Solar) en una zona inusualmente desprotegida del brazo galáctico (de Orión), en la que estamos más expuestos que de costumbre a las radiaciones cósmicas provenientes del centro galáctico, que es un enorme agujero negro.
Una EM es un objeto –cercano al tamaño de Júpiter- que sólo puede localizarse por sus emisiones de calor, mediante el espectro de infrarrojos.
La mayoría de las estrellas de nuestro entorno son binarias. En 2009, basado en los descubrimientos de J. Murray y J. Matese, se ha demostrado que nuestro sol tiene una enana marrón, orbitando cada 3.630 años, con una órbita muy parecida a la que realiza Próxima Centauri respecto de Alfa Centauri A y Alfa Centauri B, que es de rotación circular sincronizada.
Esta compañera solar es la única explicación posible al comportamiento anómalo que está experimentando el Sistema Solar. La atracción estelar entre nuestro Sol y su ‘hermana’ (G1.9) está contrayendo gravitacionalmente las órbitas de todos los planetas.
La EM (G1.9) en cuestión vendría acompañada de –al menos- cinco satélites rocosos.
En estos momentos, la posición de la EM es Sagitario, perturbando notablemente la órbita de Plutón y Júpiter, aunque su influencia se hace notar en todo el Sistema Solar.
Artículo elaborado por:
Tavo Jiménez de Armas
El equipo de Starviwer
Otras fuentes de consulta (en inglés) sobre el Sistema Solar Binario:
SOLARIA BINARIA
by Alfred de Grazia and Earl R. Milton